Fue una noche de juerga, también en Jeré y con toda aquella banda, ya muchos días después de que el otro le hiciera el feo. Creo que estaban en La Venta La Peque y que al Bodegas le cayó mal el vino esa noche y se puso de perder la vista y dormirse en el suelo o en un charco o en donde lo soltaran, porque es que era un bulto sin conocimiento.
___Entonces va y le dice el Friti a su compadre Camargo el sastre, le dice: ___-Compadre, vamos a llevarnos a este hombre a su hoté y a acostarlo para quedarnos tranquilos porque, si no, nos va a dar la noche. Ahora venimos, señores, hasta ahora.
___Lo cogen entre los dos al Maromo, lo meten en el coche del Friti, y en lugar de llevarlo al hombre para el hotel donde estaba de güéspede, hace así el Friti y tira para un tapaíllo por el barrio de Santiago, que por aquella parte ya habían estado todos ellos hacía un rato grande dando una vuelta, antes de irse a lo de la Peque, y por allí y por la calle Rompechapines estaba el ambientito de las mujeres y de los ligues y eso, y habían parado allí en dos o tres bares, ya con el Juanma borrachísimo pero todavía en pie.
___De manera que llegan el sastre y el Friti al tapaíllo con aquel bulto, serían la una o las dos de la noche, y el Friti habla con la encargada y le dice: ___-Mirusté qué plan, señora: un amigo de fuera que se ha puesto así con las copas, y a ver si puede de quedarse a dormir aquí. Lo deja usté tranquilo toda la noche que nadie lo moleste, y yo le pago la cama ahora.
Le paga la cama a la mujer, tiran con el tío para el cuarto, lo desnudan, lo acuestan y se saca el Friti del bolsillo un pimiento chi de esos que te abren un boquete en la lengua como t'escantilles, de los chiquitillos fuertes-fuertes, que ya lo había pedido en La Venta La Peque antes de llevarse al tajao. Parte el pimiento por la mita, le da con salivita así con el dedo pa que soltara bien esos picores, le baja al borracho los calzoncillos y le refriega un rato grande ese pimiento por el mismo ojo'l culo. Luego le pone dos billetes de veinte duros allí en la mesilla de noche, y lo dejan durmiendo y se volvieron adonde estaban los demás. ___A las doce o la una de la mañana, recala el bodegas por El Gallo Azul con dos ojeras como dos pianos y la resaca en lo alto, que se había despertado en el tapaíllo y se vistió y se echó a la calle sin ver a nadie ni querer él saber cómo había llegado allí, ni decírselo a nadie.
___Y ya estaban todos los de la banda en lo que tenían que hacer y tenían que decir, porque todos eran iguales en eso: cachondeo que hubiera, allí de boca todos. Y al principio lo de siempre: "hola, buenos días", "buena la cogiste anoche", lo propio. Pero el forasta, notando que estaban todos como apuraos con él; él arrascándose la ardentía del culo de cuando en cuando, de la forma más disimulá que podía pero con toda su alma, hasta con un tenedorcito de las tapas, y los otros haciendo como que no se daban cuenta del raskayú. Pero el tío veía que le hablaban a lo justo y que, desde que él llegó, había en la mesa un ambiente raro-raro... todos callados, serios... vaya, que no estaban como siempre ni a gusto, así que acabó preguntando qué pasaba y "nada, hombre, nada", y el que le contestaba miraba para otra parte, como apurao y en un compromiso. Y ya con un mosqueo el hombre, que venga a preguntar y a preguntar qué pasa conmigo, y entonces dice el Friti medio serio y medio triste:
___-Bueno, vamos a decírselo porque así es peor. Perdona, Fulano, pero es que anoche pasamos un mal rato y una vergüenza, tú sabes como estabas, que estabas sin vista. Y entonces, en un bar por Santiago, se te echa uno encima que se conoce que le gustaste. El más loca de Jeré. Apretándote el brazo, descompuestito, y que te daba todo lo que llevara encima pero que te fueras con él... ¿cómo nos íbamos a meter nosotros en eso? Y venga y venga hasta que te fuiste con él. Ya luego no sabemos lo que pasó pero la verdá es que nos quedamos todos fríos porque no te conocíamos ese tirón ni esos ligues.
Ahora: cada cual es libre de hacer lo que quiera, tú no te preocupes, tú tranquilo.
___Escucha eso el bodega, que ni era homosesuá ni le gustaban los hombres ni el ambiente de la piompa, y figúrate los cabos que amarró al minuto: sobre todo, los cuarenta duros en la mesilla de noche y esa picazón comiéndole el ojete. Se fue al momento del Gallo Azul y sin despedirse siquiera. Se levantó así encorvao y muy despacito, blanco como la paré, sin un "cuánto debo" ni un na, mirando como si se hubiera vuelto tonto... Cogió el tren esa misma noche y no volvió ya nadie a verlo por Jeré.
ADAPTACIÓN DE "Las mil noches de Hortensia Romero" de F:QUIÑONES
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