Olvidé como es el roce de tus manos
y también olvidé el contacto de tus labios
con mi calor.
Ya no puedo mirarte a los ojos
(porque los míos están cerrados)
cuando tu cuerpo -débil y cobarde-
busca en el mío -rebelde e incontrolable-
eso que tú llamas satisfacción;
pues debo concentrarme,
para que mi mente
se vuelva calculadora y fría
al lograr detener este pobre corazón
y así, rápidamente
-cuando tú solo piensas que ya te vienes-
me lleve a otra dimensión,
otro lugar que aún no conozco
donde viven conmigo
otras manos, otros labios,
otro nombre y otro rostro;
otras manos que lo exploran todo,
otros labios que tocan el fondo,
otro nombre que repito en silencio,
otro rostro que va y viene con el viento...
Tú me obligas con cada gesto
y con cada maltrato
A serte infiel con mi pensamiento.
MARINÉS IGLESIAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario