jueves, 13 de marzo de 2008

TURBULENCIAS

Últimamente estoy bastante “átono”, después de una fuerte crisis emocional y vital, en la que estuve con el turbo soplando y pasado de revoluciones, he caído en una “Calma chicha” de la que me está costando salir, no tengo ganas de escribir, me cuesta concentrarme, me he abandonado a la corriente, y me dejo arrastrar río abajo sin oponer resistencia, es como si se me hubieran agotado las baterías vitales, y necesite un tiempo de prestado para recomponer mis neuronas sobrecargadas. A veces pienso en lo frágil que es nuestra mente, lo delgado que es el hilo que nos separa de la depresión, de la desesperación, de la locura, a menudo, emprendo mis viajes astrales, me siento en una butaca, cierro los ojos, y comienzo a girar en espiral sobre mi mismo y me voy elevando, hasta verme allá abajo, como un extraño, mientras en mi mente martillea una pregunta “Quien soy yo, pero quién soy yo… pero quién soy yo…” y sigo subiendo hasta que todo me es extraño, hasta que me siento levitar sobre los problemas, las situaciones, las gentes… de pronto, me doy cuenta que casi no me veo, me da miedo seguir ascendiendo, pliego mis alas y regreso lentamente al interior de mi cuerpo, donde me atrapan de nuevo todos mis “Yos” con mis circunstancias. Es una técnica que aprendí de mis experiencias juveniles con l.s.d., y que a veces me permite refugiarme en “Los palacios de la memoria”, cuando me siento asediado o confundido. Nuestra mente es frágil como el cristal y delicada como una porcelana, cualquier golpe de desaire, cualquier grito ultrasónico, de esos que no se escuchan pero se sienten en el alma, pueden quebrarla, a veces solamente se cuartea, otras veces pierde transparencia, pero a menudo se quiebra irremisiblemente y jamás volvemos a ser lo que fuimos, para bien .. o para mal.
JUANMAROMO

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