OJALA
Mis palabras lo persiguieran
hasta su partida al otro mundo,
lo acosaran como bestias hambrientas
en una pesadilla,
lo obligaran a soñar
como ellas le tuercen el cuello
y no le dejan respiro.
Ojalá lo llevaran a pensar
que son sus propios fantasmas,
que le hablan de sus pecados
de las cosas que no se atreve a confesarse
ni siquiera en voz baja.
Querría decir que no es a mi sola
a quien las palabras de otros
abofetean sin compasión
cada vez que me pillan desprevenida
espiando las entrañas de un libro.
©Marta Sepúlveda
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