viernes, 21 de marzo de 2008

LA VIAGRA

"Lysistrata" - A. Beardsley - 1896Poco después de haber sido lanzado –en 1988- el famoso sildenafil, medicamento específico para la impotencia, en el marco del 152th Congreso de Psiquiatría de la American Psychiatric Association, que transcurrió en 1999 en Washington DC, USA, debatimos con un grupo de expertos de todo el mundo, si esta medicación podría llegar a usarse para “mejorar el rendimiento”, lo que los norteamericanos llaman improvement (algo así como una función “mejoradora”). Esto dio lugar a un encendido debate puesto que muchos colegas sostenían que no se podía dar un medicamento para la disfunción eréctil para un uso “recreacional o frívolo”, como lo llamaron algunos. Los años han pasado, el Viagra se constituyó en uno de los fármacos más vendidos en el mundo, y ahora vemos que muchos varones lo toman para aumentar su rendimiento, su potencia, el monto del placer, aunque no padezcan de ninguna disfunción.

Esto que aun hoy es centro de controversias ha sido zanjado por los usuarios, quienes lo utilizan para de aumentar el hedonismo y el erotismo en sus relaciones amorosas.

A veces se equipara el sexo con el trabajo, como una obligación más en la vida diaria, en lugar de verlo como una trama en la cual dos personas se relacionan, disfrutan, se di­vierten, tratando de tener el mayor placer y acer­camiento posible. Hay varones que lo toman como una prueba, un examen y sólo miran cuán rígido tienen el pene, cuánto tiempo les dura erecto y cuántos or­gasmos tuvo la pareja.

La preocupación de obtener los objetivos que fija el ideal del yo lleva a elevados niveles de ansiedad, por el temor de no poder alcanzar esos objeti­vos; como la ansiedad tiende a bloquear la respuesta sexual, entramos en un círculo vicioso.

En muchas oportunidades le damos mucho más jerarquía al trabajo que al placer. Es común ver como los varones pueden llegar a trabajar hasta los fines de semana pero nos cuentan "que no tienen tiempo para leer, escuchar música, hacer actividad física y menos para el erotismo". Los norteamericanos, afectos a nominar todo, llaman a estos personajes adictos al trabajo: "workaholics" . Ante las dificultades sexuales siempre pueden tener la excusa del estrés, de los problemas laborales, de la falta de tiempo.

Siempre me preguntan cuál es la cantidad de relaciones que "hay que tener" y cuál es la correcta, pensando en la competición. No hay forma correcta de hacerlo ni metas especiales que alcanzar ni estadísticas que emular. Debería ser aquello que cada uno quiere que sea, en el momento que sientan que es mejor y satisfaga a ambos.

El período refractario es el tiempo que tendrá que pasar -que no es igual para todas las personas- para conseguir una nueva erección luego de un orgasmo. En esto se diferencia de la mujer que puede tener orgasmos múltiples. Casi todos los varones jóvenes tienen uno o dos orgasmos por encuentro, quedando muchas veces satisfechos con el primero, y que si bien es cierto que en algunas situaciones se pueden tener más, esto no significa un criterio de normalidad o anormalidad. Recordemos que las relaciones sexuales no son mera­mente orgasmos sino también el momento pre­vio (juegos, caricias, besos, variaciones en la po­sición), ya fuera con penetración o sin ella. Vemos con frecuencia a varones que dicen "sí, un poco de juego está bien, pero yo prefiero ir a los papeles, sin la penetración para qué sirven". Quizás sería bueno que experimentaran, y esto es un consejo que les cabe a los varones con o sin problemas sexuales: juegos eróticos sin la necesidad imperiosa, ineludible, impostergable de la penetración.

Algunos colegas piensan que si alguien necesita tomar una medicación para mejorar sus erecciones es “porque algo les estaba faltando”, pero lo cierto es que muchos lo quieren tomar para lograr mayor goce y duración en sus encuentros amorosos, para conseguir más rápido sus erecciones, para llegar a tener más erecciones en esos encuentros, para dar mayor satisfacción a sus parejas. Y si alguien quiere tomar un medicamento para mejorar su calidad de vida, ¿quién podría cuestionarlo? Si esta persona ha sido, al menos una vez, controlada por un médico, instruida en sus diferentes posologías y en su correcto uso (relación con las comidas y con el alcohol, respecto a las interacciones medicamentosas), creo que el sildenafil –al cual ahora se le suman el tadalafilo y el vardenafilo- es un recurso eficaz para disfrutar del amor y el sexo.

El Viagra (citrato de sildenafil) es un medicamento que cambió la historia de la Farmacología, la Sexología y la Medicina, marcando un camino del cual no se volverá: el hecho de conocer el mecanismo íntimo de la erección y la acción específica del fármaco en el lugar específico, augura a los varones que no descuiden otros factores indispensables del erotismo -que no pasa sólo por las pastillas ni por sus partes genitales o por el falo erecto- una larga, placentera y satisfactoria vida sexual.

Dr. Adrián Sapetti
Psiquiatra, sexólogo clínico
Director de www.sexovida.com

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