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jueves, 6 de marzo de 2008

LA GRAN MENTIRA DE LOS BIOCOMBUSTIBLES

Aunque el biodiésel y el bioetanol liberan menos CO2 en su quema que los combustibles tradicionales, el balance global de su su producción es negativo | Contamina más su cultivo que emisiones ahorra su utilización, con una excepción: los que se producen con biomasa de residuos agrícolas

No es el primero ni será el último, pero un estudio científico realizado por investigadores de la Universidad de Minesota, en Estados Unidos, concluye que la eliminación de terreno virgen para convertirlo en cultivos para la producción de biocombustibles provoca unas emisiones de gases de efecto invernadero que superan hasta en 420 veces el ahorro derivado de utilizarlos.

En el estudio, cuyas conclusiones se presentan en el último número de la revista Science, los autores señalan que "la conversión de selvas tropicales, turberas, sabanas o praderas (en terrenos) destinados a la producción de biocombustibles a partir de cultivos comestibles", como la soja, el maíz, el trigo y otros, crea una "deuda de carbono" al emitirse entre 17 y 420 veces más gases de efecto invernadero que los que se consiguen reducir en su combustión.

Los investigadores recuerdan que la biomasa de los suelos y las plantas crea dos enormes almacenes de carbono, los mayores de tierra firme, al contener por sí mismos 2,7 veces más de ese elemento que la atmósfera. Al convertir los hábitats naturales existentes, en los que el carbono 'duerme' plácidamente en terrenos destinados a cultivos, se liberan grandes cantidades de él que terminan flotando y actuando como un cristal, que deja pasar el calor de la radiación solar pero no lo deja salir al espacio.

De la tierra a la atmósfera

El proceso por el que el carbono que estaba atrapado en el suelo y las plantas se libera tiene que ver tanto con el fuego, que se usa masivamente para abrir nuevos terrenos, como con la descomposición microbiana de los restos de la flora que existía antes. El primero de los fenómenos inyecta en la atmósfera de forma inmediata todo el carbono de las plantas quemadas, al igual que ocurre con la descomposición de las hojas y las pequeñas raíces.

"El efecto neto de la producción de biocombustibles es el aumento de las emisiones de CO2 durante décadas o siglos"

De forma más lenta, conforme las raíces gruesas bajo tierra se pudren, el carbono que contenían sigue saliendo a la atmósfera poco a poco, durante años.

Los científicos reconocen que las reducciones parciales de emisiones por usar los biocmbustibles producidos en estos terrenos, ganados a la naturaleza, pueden terminar igualando y superando a las causadas por la roturación del terreno, pero sólo a muy largo plazo.

"El efecto neto de la producción de biocombustibles derivada de la destrucción de hábitats ricos en carbono es el aumento de las emisiones de CO2 durante décadas o siglos", afirman los científicos, respecto a las reducciones de contaminación que se obtienen de utilizar esos combustibles.

Con esos datos en la mano, el bioetanol y el biodiésel parecen poco atractivos si de lo que se trata es de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, con una notable excepción: "Los que se obtienen de la biomasa de residuos agrícolas o de (especies) perennes que crecen en zonas de cultivo degradadas", que tienen un saldo neto (una "deuda de carbono") que no es positivo, pero que es prácticamente igual a cero.

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