Dicen que los hombres y los niños se distinguen por el precio de sus juguetes, pero hay un juguete que atrae a ambos por igual, el fuego. El fuego es ese don divino que Prometeo robó del Olimpo para entregárselo a los pobre mortales, desde entonces el fuego ha sido objeto de culto, y ha ejercido una mágica atracción sobre el ser humano.
El Fuego como juego es algo ancestral en las culturas mediterráneas, los saltos sobre las llamas, caminar descalzos sobre las brasas, per hay un juego mucho mas peligroso al que muchos hombres tenemos una tendencia aberrante, lo que se llama “Jugar con fuego”
Jugar con fuego significa acercarte al abismo cuando la piedras empiezan a resquebrajarse bajo tus pies, asomarte al acantilado en un dia de galerna… o jugar con los sentimientos a la ruleta rusa, el problema del fuego es que se expande y prende todo lo que alcanza, jugar con fuego es peligroso, no solo para el jugador imprudente, sino para todos los que le rodean.
Yo he jugado con fuego, me he quemado, y he quemado a los que intentaban sacarme de las llamas, las heridas son profundas y dolorosas, y requieren un largo tiempo para sanar, aunque suelen dejar cicatrices, solo el ungüento del amor, al bálsamo del cariño, y las gasas de la comprensión, con la ayuda del tiempo mitigarán el dolor devolverán el brillo a nuestra mirada y la paz a nuestro corazón.
Juanmaromo
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