Nunca fue catarata, pero en ella
sacié mi pasión de libertad
restañé las heridas en su espuma
y me hundí hasta olvidar la realidad
y de pronto se fue, se quedo muda
como un pozo infinito, sin final
donde solo los ecos de la nada
contestaban la voz de mi ansiedad
Cuantas noches grité hasta la locura
cuantas veces la uñas me arranqué
levantando las piedras de su cauce
arañando la arena de su piel
Hoy apenas me acerco a beber agua
aunque a veces la sed me haga soñar
que rebrota la vida en sus entrañas
para ahogar en su amor mi soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario