Una de las experiencias mas sugestivas en las relaciones amorosas, es la de espiar a tu pareja en el baño, tienes que ir con cuidadito, para que no se entere que la miras, porque entonces, el espectáculo pierde espontaneidad, puedes disfrutar de un ballet maravilloso con la más hermosa de la bailarinas ofreciéndote los pasos más ardientes que jamás de han dado, seguir el movimiento de sus manos, acariciando todos esos lugares secretos que tanto se hacen de rogar para las tuyas, saborear a distancia la tersura de esa piel brillante y cálida que está pidiendo a gritos ser secada por tus cálidos besos, el eterno juego de mirar sin ser visto, de entrar de puntillas en el santuario femenino, y robar los secretos más íntimos, los tesoros mejor guardados mientras la hermosa sacerdotisa oficia la sagrada ceremonia de la purificación, un hombre no habrá gozado del todo a una mujer, mientras no la haya podido adorar en tan divino trance.
Una escena de baño cargada de sensualidad es observar a tu hombre mientras se afeita, te quedas quieta en un rincón y vas siguiendo todos sus movimientos: su torso desnudo, como esparce la espuma por su rostro… una mano en el mentón mientras desliza con suavidad la cuchilla a lo largo del cuello trazando caminos con mano firme, el rictus de la boca o las miradas de aprobación que se dedica a través del espejo en un gesto puramente masculino, te transporta a un mundo de recuerdos que se pierden en la bruma del tiempo.
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