Ya ni lágrimas quedan
ni me quedan palabras
ni me queda el aliento
para decir que nada
se interpuso un instante
Entre nuestras miradas
ni siquiera una sombra
ni siquiera una duda
ni tan solo el reflejo
de una noche soñada
solo tengo el consuelo
de saber que mi alma
se declara inocente
y que Dios la acompaña
y le cuenta al oído
que la noche se acaba
que las brumas se borran,
que una dulce mañana
volverá a ser roció
lo que ayer fuera escarcha
y las flores de nuevo
ornarán tu ventana
perfumando tu alcoba
y adornando tu almohada
de dulcísimos besos
de un amor sin palabras
que te envuelva en sus brazos
y te lleve en volandas
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